miércoles, 12 de febrero de 2014

CAPITULO 35

Ya habían pasado dos semanas desde que Julian y los chicos se fueron de casa. La verdad que se hicieron eternas, los extrañaba un montón, especialmente a él. Igual nos divertimos bastante, éramos pocos pero fuimos casi todos los días a la playa, a la noche preferíamos salir a comer todos juntos, o salir a tomar algo, y alguna que otra noche fuimos a bailar los cuatro, Pablo, Jenny, Lola y yo. Con Julian hablábamos cuando podíamos, no muy seguido porque la mayor parte del tiempo él estaba estudiando, o yo estaba en la playa. Lo extrañaba horrores, pero sabía que esos exámenes eran importantes para él así que no lo molestaba mucho con mensajes.

Ese día volvíamos a Buenos Aires, estuvimos toda la mañana guardando las cosas y ordenando la casa para dejarla como estaba cuando llegamos. A Julian le había mentido y le dije que nos íbamos mañana. Quería darle una sorpresa. Estuvimos horas adentro del maldito auto, se hizo eterno el viaje.

Apenas llegamos a casa me dispuse a ordenar mi cuarto y mi ropa, se lo había prometido a mamá, sino no me dejaría ir a ver a Julian, así que no me quedó otra. Hice todo apurada, ya que sabía que ese día Julian rendía uno de los exámenes, y planeaba ir a esperarlo a la salida de la facultad. Me di un baño rápido y me puse lo primero que encontré, un short color coral, una musculosa lisa blanca, una camisa de jean desabrochada por arriba, y unas vans negras. Salí corriendo escaleras abajo y le di un beso en la mejilla a papá, que estaba sentado en el sillón mirando un partido. Agarré las llaves del auto y me fui corriendo o sino llegaría tarde. Encendí el auto y me dirigí hacia la facultad, miré el reloj y ya eran las nueve menos diez de la noche, Juli tenía el examen a las siete, calculé que en dos horas ya tendría que haber salido. Estacioné el auto en la puerta de la facultad y me bajé de él para recostarme sobre la puerta del copiloto, con los brazos cruzados, esperándolo. Pasaron veinte minutos hasta que vi un montón de estudiantes salir por la entrada principal. Fruncí el ceño intentando encontrar a Julian entre tanta gente, pero no lo veía.

De pronto, divisé un morocho que bajaba las escaleras sin despegar la vista del piso, con su mano apartaba los mechones de pelo que caían sobre su cara y ahí me di cuenta que era él, ese gesto no lo podía confundir ni aunque lo dejara de ver por un año entero. No me vio y siguió caminando en dirección contraria a donde estaba estacionado mi auto, así que lo seguí, sin hacer ruido y cuando estuve lo suficientemente cerca tapé sus ojos con ambas manos y noté el susto que se pegó pero intenté contener la risa o me reconocería al instante.

- No jodas Sabri, no estoy de humor - dijo y me paralicé. Otra vez esa mina lograba cambiar mi humor en cuestión de segundos.
- Ah bueno, no soy Sabri eh - dije y se dio vuelta enseguida a mirarme.

Quedó inmóvil, mirándome fijo y fingí una sonrisa para que reaccionara, parecía haber visto un fantasma.

- Soy yo Julian - dije riendo ante su expresión de sorpresa y me abrazó fuerte por la cintura, sin decir ni una palabra.

Mis brazos rodearon su cuello, al fin lo tenía conmigo. Así como estábamos, abrazados, me giró en el aire mientras yo reía, no podía creer volverlo a ver, volver a abrazarlo.

- Perdón, no te esperaba, y perdón por confundirte con Sabri, es que recién estaba hablando con ella y pensé...
- No aclares que oscurece Julian - dije interrumpiéndolo y restándole importancia a su "confusión", no quería enojarme con él justo el día del reencuentro.
- Ayyy te extrañé - dijo volviendo a sonreír
- Te cortaste el pelo - dije devolviéndole la sonrisa y despeinándolo un poco, el se encogió de hombros - te queda lindo!
- Gracias - dijo aún sonriendo.

Estábamos medio distantes, sin tema de conversación, es que era raro volver a vernos después de quince días, ninguno sabía que decir o que hacer.

- Vení, tengo el auto estacionado ahí, vamos a casa - dije agarrándolo de la mano y arrastrándolo hasta donde estaba el auto.
- Eso es una invitación? - preguntó divertido
- Obvio, me ofendo si no aceptas, es más, hoy cocino yo - dije y largó una carcajada
- Ah encima de tener que subirme a un auto manejado por vos, me querés envenenar con la comida? - preguntó y automáticamente le pegué - uy me había olvidado cuanto extrañaba tus malos tratos
- Tarado - grité y le tiré las llaves del auto - manejas vos y cocino yo, así estamos a mano - dije y aceptó enseguida.

Nos subimos al auto y en el camino me contó que creía que le había ido mal en el examen, por eso "no estaba de humor", pero al parecer ahora estaba mejor, porque no paraba de sonreír. Me dijo que le quedaba solo un examen y festejé por dentro, estaba un poco cansada del Julian estudioso, también me preguntó cómo habían sido mis últimos días en Punta del Este y esas cosas, eran todas charlas superficiales. Seguíamos bastante nerviosos ambos. Le indiqué el camino y al rato ya estábamos en casa.

- Llegamos - dijo estacionando
- Punto para vos, llegamos sanos y salvos - dije y sonrió.

Apagó el auto y se recostó en el asiento, girando la cabeza para mirarme. No decía nada, solo me miraba serio.

- Qué pasa? - dije nerviosa
- Ni un beso me vas a dar? - preguntó haciendo puchero y miré para otro lado mordiéndome el labio y sonriendo a la vez.

Volví a mirarlo y seguía con sus ojos clavados en los míos, esperando una respuesta. Tomé valor y de un momento a otro, casi sin pensarlo y actuando por instinto y necesidad, me pasé para el asiento del conductor y me senté sobre su falda, acomodando mis piernas a cada lado de su cuerpo. Él sin dudarlo depositó sus manos en mi cintura, acercando mi cuerpo aún más al suyo. Tiró la cabeza para atrás para poder mirarme a los ojos, ya que yo había quedado más alta que él. Nos estábamos devorando con la mirada, sus ojos largaban chispas y miraba mis labios con deseo. Mis manos rodearon su cuello y entrelacé mis dedos en su pelo. Me fui acercando un poco más a él, hasta que nuestras narices se rozaban y pude sentir su respiración, y los latidos de su corazón acelerados. Su perfume realmente me volvía loca, creo haber mencionado eso antes. Él cerró los ojos cuando apenas rocé sus labios con los míos pero no los abrió cuando me separe un poco para observarlo, quería guardar esa imagen en mi memoria. Volví a acercarme, esta vez más segura, y cerré los ojos en el momento exacto en que mis labios capturaron los suyos. Fue un beso distinto a los anteriores, con pasión, deseo, necesidad. Nos habíamos extrañado y eso se notaba en cada movimiento de nuestros labios y nuestras lenguas que iban al mismo ritmo. Sus manos subían por abajo de mi remera y se aferraron a mi espalda. Se me erizó la piel ante el contacto con la suya y me separe un poco, chocando nuestras frentes. Su respiración estaba agitada y había vuelto a apoyar sus manos en mi cintura. Quiso hablar pero lo callé con otro beso, no tan subido de tono como el anterior, y mordí suavemente su labio inferior antes de volver a sentarme en mi lugar.

- Mis padres se mueren por volver a verte - dije una vez que recuperé el aliento y él largó una carcajada
- Sos terrible, pendeja - dijo suspirando y se mordió el labio mientras me miraba a los ojos
- Te extrañé - dije poniendo cara de inocente, parecía una persona totalmente distinta a la de hace minutos atrás
- Yo más, no te das una idea - dijo serio y me agarró de la nuca para acercarme a él y dejar un beso corto en mis labios.
- Bajamos? - pregunté una vez que nos separamos
- Claro - dijo con una sonrisa inmensa en su rostro.

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