lunes, 10 de febrero de 2014

CAPITULO 31

Al otro día me desperté de la peor manera, con un estornudo tras otro y un dolor de cabeza y de garganta terrible.

- Al fin se despierta - escuché que Jenny le decía a Lola.

Estaban dando vueltas por el cuarto, ordenando un poco ya que era un desastre, ropa tirada por todos lados y millones de zapatos todos mezclados.

- Me siento mal - dije con un hilo de voz y ambas me miraron preocupadas
- Que tenés? - preguntó Lola sentándose a mi lado, y Jenny hizo lo mismo pero del otro lado de la cama.
- Me duele la cabeza, la garganta, y creo que estoy resfriada - dije entre estornudos
- Tenés fiebre Ori! - gritó Jenny apenas tocó mi frente y cerré los ojos, no me podía estar pasando esto a mi.
- Voy a avisarle a tu mamá y a ver si te podemos dar algo para que tomes - dijo Lola y salió corriendo por la puerta del cuarto.

Jenny me destapó y con las pocas fuerzas que tenía me quejé, estaba muerta de frío, pero según ella eso me haría bien así que cerré los ojos, resignada, esperando que vuelva Lola.

- Che Ori, parece que no sos la única que se enfermó, Julian está igual, que casualidad no? - dijo Lola cuando regresó y me puso algo frío en la frente.

- Qué? - pregunté abriendo los ojos de golpe e intentando levantarme

- Tranquila, acostáte que te tengo que poner el termómetro - dijo y volví a apoyar la cabeza en la almohada - Juli está en el cama de Pablo y tu mamá se esta encargando de cuidarlo, ya le avisé y viene para acá - dijo colocándome el termómetro bajo el brazo y suspiré, necesitaba verlo.
- Mi vida como estás? - preguntó mamá entrando al cuarto y sentándose en mi cama
- Mal - dije bajito - y Julian?
- Igual que vos, les dije que se iban a enfermar, son unos inconscientes, cómo van a andar por la calle con la lluvia que había?
- Qué? De qué nos perdimos? - preguntó Jenny y mamá y yo reímos, cómplices.
- Después les cuento - dije sin ganas

Mamá me dio un una pastilla para bajar la fiebre y otra para el dolor de garganta. Me trajo también un té y me prohibió moverme de la cama. Eso era algo prácticamente imposible para mi que no me gustaba quedarme quieta y encima estaba desesperada por ir a ver a Julian. No me aguanté y le mande un mensaje por whatsapp.

"Juli, cómo estás?"

Esperé unos cinco minutos que se hicieron eternos con la ansiedad que tenía, hasta que respondió. Era una foto, estaba en cuero, para variar, tirado en la cama, y haciendo pucherito. Sonreí al instante, me dio mucha ternura. Abajo había escrito "cómo me ves vos?"

"Muy lindo te veo, va, como siempre. Igual no te quejes, yo estoy peor, pero no te mando una foto porque me acabo de despertar y estoy toda fea"

"Pff que vas a estar fea vos. Tu mamá no me deja moverme de acá, pero te quiero ver"

"A mi tampoco, y también te quiero ver!"

En eso entró mamá y le rogué que me dejara levantarme para ir a verlo. Al final llegamos a un acuerdo, me prometió que después de comer podríamos bajar los dos al living, pero solo si estaba un poco mejor. Me quedé dormida mientras esperaba que estuviera pronta la sopa que estaban haciendo especialmente para nosotros y me desperté con unos brazos que rodeaban mi cintura por detrás. Giré sin entender nada y ahí estaba él, acostado a mi lado, sonriéndome.

- Mmm que lindo despertarme así - dije mirándolo con los ojos apenas abiertos
- Buen día linda - hizo una pausa - decís que te contagio si te doy un beso?
- Ya estoy enferma tonto - dije y lo besé.

Ya estaba extrañando sentirlo tan cerca, era impresionante lo adictivos que eran sus labios. No exagero. Me separé para estornudar y él largó una carcajada.

- Te traje la sopa, levantáte dale - dijo ayudándome a sentarme
- Me la vas a dar en la boca también? - dije riendo
- Si querés...
- No por favor Julian, ni se te ocurra, eso si que es muy cursi - ambos reímos y me dio otro beso antes de obligarme a comer.

- Ahora si podemos bajar? - pregunté cuando mamá entró al cuarto y vio que había tomado toda la sopa
- Muy bien, así me gusta - dijo dándome un beso en la frente - si, pueden bajar, pero abríguense que están muy resfriados - asentimos y bajamos los dos envueltos en un acolchado.

Nos sentamos en el sillón y los chicos no tardaron en hacer bromas y preguntar por qué solo nosotros dos estábamos enfermos. Hicimos como si nada hubiera pasado, pero no puedo explicar lo difícil que era tener a Julian tan cerca y no poder darle ni un beso.

El día estaba horrible, seguía lloviendo así que no quedaba otra que quedarse adentro. Mis padres subieron a dormir la siesta y los demás nos quedamos en el living mirando una película. Julian y yo teníamos la ventaja de estar enfermos, nadie se quería acercar a nosotros, por lo tanto nos adueñamos del sillón y de las mantas. Caro y Titi hicieron pop para comer mirando la película y Jenny y Lola trajeron unos chocolates que habíamos comprado para comer a la noche en el cuarto. Con Juli aprovechamos la oscuridad y la concentración de los chicos en la película para darnos un par de besos rápidos mientras no nos miraban y estuvimos abrazados todo el tiempo por debajo de las mantas. Yo apoyé mi cabeza en su hombro y aproximadamente en la mitad de la película me quedé dormida.

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