miércoles, 9 de abril de 2014

CAPITULO 98

Me desperté el viernes sin su mensaje, y sin su llamado, motivo suficiente para empezar pésimamente el día. Ya eran las siete y diez así que supuse que no me vendría a buscar. Me cambié y desayune en tiempo record para luego subirme al auto de mamá que nos llevaría al colegio. Mi cara era igual o peor que ayer, y mamá ya se estaba empezando a preocupar. Aunque le dijera que no me pasaba nada, era rara mi actitud y raro que Julian no haya venido a casa ni ayer ni hoy.

Entré a la clase con un mal humor que ya empezaba a molestarme hasta a mi misma. La hora no pasaba más y lo que menos hacía era prestarle atención a la profesora. Solo miraba el celular esperando el milagro. Ya resignada, decidí perder la dignidad mandándole un mensaje.

"Sos un pendejo Julian, ojalá te des cuenta a tiempo de las pelotudeces por las cuales mandas todo a la mierda"

Paso como media hora y todavía no me había respondido, mi bronca era incontrolable, si lo llegaba a tener en frente creo que lo mataba. En cuanto me distraje para prestar atención a la clase mi celular empezó a vibrar. Mierda, era él, me estaba llamando. Los nervios surgieron de golpe y mi corazón latía aceleradísimo. Guardé el celular en el bolsillo y me dirigí rápidamente hasta el escritorio de la profesora.

- Profe, puedo ir al baño? - pregunté nerviosa y en cuanto asintió, salí corriendo.

- Al fin nena - dijo de mala gana cuando finalmente atendí
- Calmate flaco, estaba en clase, que querés? - pregunté seca
- Que salgas ya mismo del colegio - respondió con el mismo tono
- Si, si, seguro, seguí soñando, chau
- Para! Oriana! - gritó y suspiré
- No estoy para pavadas Julian, y si me seguís diciendo así te corto ya el teléfono - dije ya enojada
- Bueno eh, sali ya y punto - insistió, siempre tan caprichoso
- No voy a salir, te dije que estoy en clase
- Ah claro, es más interesante la clase de matemática que hablar conmigo, ya entiendo todo
- Basta, cortala con eso, no seas pendejo
- Bueno, pero salí dale
- Ya te dije que no puedo Julian, en serio
- Pero yo no te lo estoy pidiendo, es una orden, salí ya que no quiero seguir esperando acá como un pelotudo
- Sos un caprichoso, infumable - susurré porque pasaba gente y seguramente parecía una loca gritando
- Te espero - dijo sin que yo le dijera nada y bufando le corté.

Antes de salir les mandé un mensaje a las chicas para que me cubrieran.

"Chicas, me voy a ver a Julian. Guarden mis cosas y después me las dan, inventen que me sentía mal o algo así. Después les cuento!"

Guarde el celular y juntando fuerzas y coraje me dirigí a la salida, donde él me esperaba, adentro del auto. Me acerqué muerta de miedo y nervios a la ventanilla y la golpee suave.

- Subí - dijo rápidamente cuando la bajó
- Eh, no, dale habla rápido que tengo que volver
- No Ori, subí, dale - insistió y me abrió la puerta desde adentro, bueno, ya no me quedaba otra que quedarme.

- Dale, habla - dije seria cuando me senté a su lado
- Vos tendrías que hablar, y yo tendría que ser el enojado - dijo sonriendo falsamente y lo fulminé con la mirada
- Yo no tengo nada para decir, Sebastián no deja de ser mi profesor, no seas perseguido ni desconfiado, porque no te cagaría con nadie y menos con un profesor - me defendí mientras él me miraba muy atento
- Pero no lo conociste siendo profesor, y él te tiene ganas, no me jodas - dijo y me mordí el labio mientras negaba con la cabeza
- Vos te pones celoso hasta de un perro igual, no cambias más, ese es el problema, sos un inseguro de mierda - sí, me estaba empezando a enojar bastante
- Yo inseguro? Cómo querés que me sienta si te voy a dar un beso y me corres la cara? Y solo porque estaba el chabón ese, al que encima le decís que soy tu amigo
- Estuve mal, si, pero esas tampoco son razones para tratarme así, y para no llamarme ni contestar mis mensajes
- Estaba enojado - dijo mirando hacia el frente
- Estabas? Ya no? - pregunté sin dejar de mirarlo y él se encogió de hombros
- Estoy - fue lo único que dijo antes de encender el auto.

- A donde vamos? - pregunté cuando por fin me salieron las palabras, de verdad no entendía nada
- A mi casa
- Qué? - grité - No, no, para, volvamos, dejame en el colegio
- Por qué? No muerdo, no te voy a hacer nada, simplemente quiero hablar - dijo muy tranquilo
- Pero ya estábamos hablando, no hace falta
- Estábamos hablando o ladrando? Quiero hablar civilizadamente con vos, sin gritos, peleas estúpidas, y tranquilos, puede ser? - preguntó y asentí, dudando si era lo correcto o no
- Esta bien, pero cinco minutos y volvemos, me matan si se enteran que me fui del colegio.

El camino fue totalmente silencioso, él no despegaba su mirada de la calle mientras manejaba. Su cara estaba tensa, se lo notaba serio y enojado, y eso me dolía. Yo miraba por la ventana, perdida en mis pensamientos, y cada tanto giraba la cabeza para mirarlo fijo, me gustaba ponerlo incómodo.

Al cabo de diez minutos llegamos al edificio donde vivía Julian. Cuantos recuerdos, hace bastante que no venía. Abrí la puerta del auto y sin decir ni una palabra caminé hacia la puerta de entrada, mientras sentía sus pasos detrás de mí.

Entramos al ascensor y nuevamente el silencio nos invadió. Momento incómodo, los dos enfrentados, callados, mirándonos de arriba a abajo. Su mirada resumía tantas cosas; odio, bronca, tristeza, decepción.

- No me mires así - supliqué nerviosa.

Él no dijo nada, se limitó a mirarme con el ceño fruncido y la misma cara de bronca de antes. En un abrir y cerrar de ojos lo tenía abalanzándose sobre mí, agarrando con fuerza mi cara entre sus manos y capturando mis labios como jamás había hecho, con más ganas. Me acorraló contra la pared del ascensor y recién en ese momento subí mis manos a su espalda, aferrándome a ella para acercarlo más a mi cuerpo. No se por qué nos besábamos cuando minutos atrás nos estábamos por matar, pero bueno, lo único que sabía era que no lo quería soltar por nada del mundo.

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