viernes, 24 de enero de 2014

CAPITULO 9

Le quisieron seguir preguntando, creo que todos teníamos la misma duda, quien era la chica? Pero antes de que pudiera contestar, grité, no podía seguir escuchando.

- Ya son las tres! Vamos? - todos me miraron al instante, había arruinado el juego, sin embargo él me miró aliviado, lo había ayudado a evitar un momento incómodo.

Ibamos a ir caminando, el boliche quedaba cerca, en el puerto, y además ninguno de los chicos estaba en condiciones de manejar un auto. Llegamos en más o menos 15 minutos y con las chicas entramos primeras, los privilegios de ser mujeres... Una vez adentro, nos dirigimos a la barra, a seguir tomando. Nos compramos cada una una cerveza y en menos de cinco minutos ya estábamos bailando, entre una multitud de gente. Impresionante, no se podía ni caminar. Seguimos bailando juntas hasta que las chicas se encontraron con Pablo y Nico y me di cuenta que sobraba, así que me fui sin decirles nada y me quedé sola, en la barra, contándole mi vida entera al chico que me vendía las cervezas, un completo desconocido. Una, y otra, y otra, y otra hasta que me quedé sin plata y el chico solo me miraba y se reía, seguro ya se había cansado de mi.

- Qué haces Oriana? - dijo una voz, LA voz, SU voz. Temblé.

Levanté la cabeza ya que anteriormente estaba apoyada entre mis brazos, sobre la barra, y lo vi. Borroso, pero lo vi. Me miraba enojado, como rezongándome.

- Quien sos vos para venir a gritarme así? - dije como pude, me costaba hablar. Y luego lo empujé, inútil, porque ni siquiera logré moverlo del lugar en el que estaba parado.
- Soy más de lo que crees, pero no tiene sentido discutir con vos en el estado en el que estás, algún día te darás cuenta - hizo una pausa, tragó saliva - vámonos, te llevo a tu casa
- Já, ni lo sueñes - dije con una sonrisa falsa y me di media vuelta, para perderme entre la gente.
- Te dije que nos vamos, te guste o no - dijo alcanzándome y agarrándome fuerte del brazo.

Me llevó casi arrastrando hasta la salida del boliche. Por qué era tan bruto? Tan seco? Tan... idiota? Y por qué me gustaba tanto?

- Soltáme tarado, me duele! - grité una vez que habíamos salido de ese lugar. Me soltó y sin decir nada continuó caminando.
- Seguíme si no querés que vuelva a buscarte y te lleve a upa hasta tu casa - gritó cuando ya estaba un poco lejos.

Corrí como pude hasta donde él estaba, no quería dar otro espectáculo como el de adentro del boliche así que no me quedaba otra que hacerle caso.

No nos dirigimos la palabra por un par de cuadras. Ibamos solos por el medio de la calle, con un silencio incómodo que nos invadía. Suspiré y me agarré de su brazo, sin pedir permiso, necesitaba sostenerme o en cualquier momento me caería. Entre el alcohol y los tacos, se me estaba haciendo muy difícil volver caminando. Él me miró, y sin decir nada, sonrió. Creo que fue la primera vez en toda la noche que lo vi sonreír, tenía la mejor sonrisa del mundo, lo puedo jurar.

- Tenes frío? - largó por fin, me ponían muy incómoda los silencios, y más cuando estaba con él.
- Sí, un poco - confesé, en voz baja.
- Esperá, tomá - dijo deteniendo el paso y sacándose su campera para luego, con delicadeza, ayudarme a ponérmela.
- Pero, y vos? No tenes frío ahora?
- Eh, un poco, pero me la re banco - dijo riendo. Quedé embobada mirándolo, su risa era perfecta, y pude notar como se le achinaban levemente los ojos cuando lo hacía. Sonreí, sin dejarlo de mirar.
- No tengo una campera para ofrecerte, más que la tuya, pero seguro no la vas a aceptar, así que por lo menos dejame abrazarte - dije haciendo pucherito. Él me miró y levantó una ceja, sorprendido ante mi reacción.

No le di tiempo a contestar que ya estaba pasando mis brazos al rededor de su cintura, abrazándolo fuerte y escondiendo mi cabeza en su pecho. Cerré mis ojos y pude sentir su corazón latiendo más fuerte de lo normal. Él automáticamente pasó sus brazos por mis hombros y depositó un sentido beso en mi cabeza. Jamás me había sentido tan protegida en toda mi vida. Sonreí, cómo era posible ser feliz con tan poco?

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