martes, 28 de enero de 2014

CAPITULO 17

Amagó con sacarse el boxer y le tire la toalla por la cabeza.

- Ni se te ocurra - lo fulminé con la mirada y él largo una carcajada.
- Tengo frío, no quiero - dijo mirando con miedo la ducha - metete conmigo!
- No
- Dale
- No - dije firme y lo empuje hasta que quedó abajo del agua.

Me empece a reír mientras él me miraba ofendido, de verdad parecía un nene de cinco años.

- Está caliente, me quemo - gritó en un momento y me acerqué corriendo a ayudarlo.

Cuando estaba a menos de un metro de distancia, sin darme cuenta, me agarro por la cintura y me metió abajo del agua, junto con él, y me acorraló contra la pared.

- Tarado, te odio! - grité como pude, ya que el agua helada bajaba por mi cara y no podía ni hablar. Le pegue con todas mis fuerzas, que eran pocas y el solo reía.
- Te dije que te ibas a meter conmigo - dijo acercándose más a mi hasta que nuestras caras quedaron a centímetros de distancia.

Con sus manos me agarraba de la cintura, atrayéndome más a él. Sus movimientos eran bruscos, torpes. Mis manos se agarraban fuerte de los hombros de Julian, como si tuviera miedo de caerme. Nuestras narices se rozaban y él me miraba fijo a los ojos, y a la boca por momentos. Yo simplemente no podía desprender mi mirada de la suya. Nuestras respiraciones estaban cada vez más agitadas y a pesar de lo fría que estaba el agua, el calor que estaba sintiendo aumentaba cada vez más.

- Ju... Julian no, por favor - dije cuando por fin me salieron las palabras, de verdad no podía hablar, no podía resistir tenerlo tan cerca.
- Qué? - dijo haciéndose el desentendido, con una sonrisa inmensa.

Suspiré y sus manos empezaron a subir por mi espalda y por debajo de mi remera la cual estaba completamente mojada. El contacto de sus manos con mi piel me generaba algo que no se puede explicar con palabras. Me estremecí. Se acercó a mi oído y pude sentir su aliento chocando contra mi cuello, lo cual me puso más nerviosa aún.

- Sos más linda así, sin maquillaje, en pijama, y... - se alejó para mirarme bien - toda mojada - dijo finalmente sonriendo y no pude evitar sonreír yo también.

Se acercó de nuevo y esta vez comenzó a darme besos en el cuello. Suaves, al principio, y delicados. Temblé. Cerré los ojos y enredé mis manos en su pelo, jugando con él. Era increíble lo que generaba en mí, me estaba haciendo perder el control. No se desprendía de mi cuello, sus besos iban subiendo de tono y yo cada vez tenía menos fuerza y voluntad para apartarlo de mi. Cuando intentó sacar mi remera reaccioné. Qué se supone que estaba haciendo? Lo empuje con fuerza y me miro extrañado.




No hay comentarios:

Publicar un comentario